21 jun 2013

Manual ilustrado para entender a Estados Unidos

(Publicado el jueves 20 en ciudad x)


                Muchos fueron los que intentaron definir a Norteamérica, y muchas las novelas que intentaban decirlo todo sobre ese desmesurado país yconstituirse de una vez y para siempre en la “gran novela americana”. En 1973, Kurt Vonnegut, que ya era un escritor consumado y había cosechado el éxito de la impresionante Matadero 5, hizo la prueba una vez más.
                El resultado es un libro lleno de violencia, consumismo desenfrenado, humor delirante y locura: un espejo para el país de la época y, por qué no, para el actual.
                Esta nueva edición de ese clásico (con tapas una vez más de Liniers) comienza con un prólogo donde el autor declara: “Este libro es el regalo que me hago a mí mísmo al cumplir cincuenta años”.
En un gran sentido es, entonces, un libro íntimo, casi un capricho de un viejo zorro que más sabe por viejo. Encontramos nuevamente esa maravillosa voz a la que Vonnegut nos tiene acostumbrados, telegráfica y excesiva a la vez, que vuelve con un sentido musical de la prosa a los mismos ejes, como si Vonnegut cantara en vez de escribir, o como si sus novelas fueran largos poemas con leitmotivs intercalados que regresan la acción al comienzo.
Un escritor de ciencia ficción llamado Kilgore Trout, que ya habíamos conocido en Matadero 5, se encuentra con Dwayne Hoover, multimillonario loco: ese es todo el argumento de la novela, que narra con minuciosidad los momentos anteriores a la cita, desde una mirada múltiple, de mosca, que se regodea en los detalles (hay una lista por ejemplo de las medidas del pene de todos sus personajes, incluyendo a un violador) sin perder de vista el Todo, el gran ruido de fondo de la sociedad norteamericana.
Pero los personajes y el encuentro son nada más que una excusa para elaborar esta especie de tratado delirante, mezcla de ensayo, autobiografía y novela que es el libro. Como si tuviera que explicarle la realidad a un niño o un extraterrestre, Vonnegut se regodea en insertar dibujos de su propia mano para ilustrar nuevamente los conceptos más sencillos: un cordero, una vaca, un revolver calibre 38, incluso un ano.
Alter ego del autor, Kilgore Trout es un escritor viejo y fracasado que ha publicado más de doscientas novelas y miles de cuentos en revistas baratas, pornográficas en su mayoría, y otro de los elementos que se repiten en la novela son los argumentos de sus cuentos y novela, quizás superiores a la propia ejecución. Todos repiten esa interpretación oblicua y metafórica de la realidad que es la ciencia ficción, tratando de congelar en un instante el Leviatán de Norteamérica: un planeta habitado por automóviles que se reproducen con huevos, la carta de Dios a la única persona con libre albredío, una isla donde todo el espacio estaba en manos de unos pocos y los demás debían vivir colgados de globos.
En la otra esquina, el millonario excéntrico, a punto de enloquecer y cometer una tontería con un revolver calibre 38. Su esposa se ha suicidado tomando un raro veneno, su hijo es un homosexual que toca el piano por dinero. Es, de alguna forma, el reverso perfecto de Kilgore Trout, su contracara, pero donde otros pondrían un villano frío y calculador Vonnegut pinta a su personaje como un viejo loco que se acuesta a jugar con su perro. Todos sus personajes tienen su redención, que no se consigue a través de un acto heroico sino de la mirada del narrador, que los comprende y a su modo los ama.
Vonnegut, junto a Don DeLillo y Thomas Pynchon, es el escritor profeta de un gran país enloquecido. Su tarea, la de gritar en las peatonales con un cartel en el pecho, es siempre insuficiente y siempre necesaria. Una de esos estrellas que aparecen una vez cada cien años y dejan una marca en el imaginario, incluso quizás en los de aquellos que nunca se permitieron el placer de leerlo.

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