Manual ilustrado para entender
a Estados Unidos
(Publicado el jueves 20 en ciudad x)
Muchos fueron los
que intentaron definir a Norteamérica, y muchas las novelas que intentaban
decirlo todo sobre ese desmesurado país yconstituirse de una vez y para siempre
en la “gran novela americana”. En 1973, Kurt Vonnegut, que ya era un escritor
consumado y había cosechado el éxito de la impresionante Matadero 5, hizo la prueba una vez más.
El resultado es
un libro lleno de violencia, consumismo desenfrenado, humor delirante y locura:
un espejo para el país de la época y, por qué no, para el actual.
Esta nueva
edición de ese clásico (con tapas una vez más de Liniers) comienza con un
prólogo donde el autor declara: “Este libro es el regalo que me hago a mí mísmo
al cumplir cincuenta años”.
En un gran sentido es, entonces, un libro íntimo,
casi un capricho de un viejo zorro que más sabe por viejo. Encontramos
nuevamente esa maravillosa voz a la que Vonnegut nos tiene acostumbrados,
telegráfica y excesiva a la vez, que vuelve con un sentido musical de la prosa
a los mismos ejes, como si Vonnegut cantara en vez de escribir, o como si sus
novelas fueran largos poemas con leitmotivs intercalados que regresan la acción
al comienzo.
Un escritor de ciencia ficción llamado Kilgore
Trout, que ya habíamos conocido en Matadero
5, se encuentra con Dwayne Hoover, multimillonario loco: ese es todo el
argumento de la novela, que narra con minuciosidad los momentos anteriores a la
cita, desde una mirada múltiple, de mosca, que se regodea en los detalles (hay
una lista por ejemplo de las medidas del pene de todos sus personajes,
incluyendo a un violador) sin perder de vista el Todo, el gran ruido de fondo
de la sociedad norteamericana.
Pero los personajes y el encuentro son nada más que
una excusa para elaborar esta especie de tratado delirante, mezcla de ensayo,
autobiografía y novela que es el libro. Como si tuviera que explicarle la
realidad a un niño o un extraterrestre, Vonnegut se regodea en insertar dibujos
de su propia mano para ilustrar nuevamente los conceptos más sencillos: un
cordero, una vaca, un revolver calibre 38, incluso un ano.
Alter ego del autor, Kilgore Trout es un escritor
viejo y fracasado que ha publicado más de doscientas novelas y miles de cuentos
en revistas baratas, pornográficas en su mayoría, y otro de los elementos que
se repiten en la novela son los argumentos de sus cuentos y novela, quizás
superiores a la propia ejecución. Todos repiten esa interpretación oblicua y
metafórica de la realidad que es la ciencia ficción, tratando de congelar en un
instante el Leviatán de Norteamérica: un planeta habitado por automóviles que
se reproducen con huevos, la carta de Dios a la única persona con libre
albredío, una isla donde todo el espacio estaba en manos de unos pocos y los
demás debían vivir colgados de globos.
En la otra esquina, el millonario excéntrico, a
punto de enloquecer y cometer una tontería con un revolver calibre 38. Su
esposa se ha suicidado tomando un raro veneno, su hijo es un homosexual que
toca el piano por dinero. Es, de alguna forma, el reverso perfecto de Kilgore
Trout, su contracara, pero donde otros pondrían un villano frío y calculador
Vonnegut pinta a su personaje como un viejo loco que se acuesta a jugar con su
perro. Todos sus personajes tienen su redención, que no se consigue a través de
un acto heroico sino de la mirada del narrador, que los comprende y a su modo
los ama.
Vonnegut, junto a Don DeLillo y Thomas Pynchon, es
el escritor profeta de un gran país enloquecido. Su tarea, la de gritar en las
peatonales con un cartel en el pecho, es siempre insuficiente y siempre
necesaria. Una de esos estrellas que aparecen una vez cada cien años y dejan
una marca en el imaginario, incluso quizás en los de aquellos que nunca se
permitieron el placer de leerlo.
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